Un viaje en el tiempo entre naturaleza e historia

Liérganes, uno de los pueblos más bonitos de España, está ubicado en la comunidad autónoma de Cantabria

El sol de la mañana se filtra por las ventanas del tren con dirección a Liérganes. En el exterior se observa un paisaje digno de Cantabria. Atrás han quedado los edificios de Santander y el verde ha ganado terreno. Las vacas que se encuentran pastando a un lado del camino dan la bienvenida a uno de los pueblos más bonitos de España.

Saliendo de la estación, a unos 200 metros, se encuentra el puente mayor. Conocido también como el puente romano, es uno de los atractivos principales del lugar. El correr del río Miera y el canto de las aves acompañan al paisaje.  

A la orilla del río se encuentra la estatua del Hombre Pez, personaje principal de la misteriosa leyenda que rodea al pueblo. Junto al puente se ubica el antiguo molino de Mercadillo que actualmente se denomina Centro de Interpretación del Hombre Pez. Ahí se puede conocer la leyenda, así como observar, bajo una mampara de cristal, el mecanismo industrial del viejo molino.

Conforme transcurre la mañana, el pueblo empieza a llenarse de visitantes atraídos por la historia y naturaleza de Liérganes.

Frente a la Casa Rañada y Portilla, los niños señalan con entusiasmo las flores que adornan las galerías de madera de su fachada.

De camino a la Plaza del Marqués de Valdecilla, la sensación de hallarse perdido en la historia se acentúa. Lejos del bullicio de la ciudad, entre calles y muros de piedra, el tiempo parece detenerse.

A lo largo del paseo, las casonas de arquitectura clasicista y con escudos en su fachada como la Casa Langre llaman la atención. Asimismo, la Casa de los Cañones, uno de los edificios más importantes, atrae las miradas por su fachada barroca y los cañones de guerra que la flanquean.

La siguiente parada es la Iglesia de San Pantaleón, que se encuentra en una zona alta al sur del pueblo. Sin embargo, llegar hasta ella no es tarea fácil. Se debe recorrer un camino bastante peculiar que parte desde la Huertuca de Liérganes. Se le conoce como el Vía Crucis ya que tiene diferentes cruces que señalan la ruta a seguir, simulando el recorrido de Jesús. Fue creado por los habitantes del pueblo como agradecimiento por regresar sanos y salvos de la guerra civil española.

Al llegar a la cima de la colina, el cansancio desaparece y es reemplazado por admiración y sorpresa al hallarse frente a una vista panorámica de Liérganes. Mientras pequeñas mariposas vuelan por el lugar, a lo lejos, el repicar de unas campanas acompaña a las aves en su canto. Una vez más, el verde se roba los reflectores.

Pero no es el único atractivo. Frente a la sobria iglesia, unos columpios invitan a sentarse en ellos. Listos para ofrecer una experiencia única con los Picos de Busampiro al fondo.

Columpiarse mientras se observa el panorama natural que rodea a Liérganes provoca una especie de nostalgia. La sensación de retroceder el tiempo y contemplar, con la misma ilusión de un niño, el paisaje que se extiende a lo lejos mientras los pies no tocan el suelo.

Regreso a Santander

De regreso al puente mayor, un último vistazo al Hombre Pez marca el final del recorrido. El sol ya ha empezado a meterse, dando la señal de partida. Un grupo de visitantes se reúne en la estación, lugar donde tomarán el tren que los llevará a casa.

Con una triste canción, interpretada por alguna pasajera desconocida a bordo del tren, el tiempo vuelve a correr y Liérganes se va quedando atrás.

Publicado por Gabriela Quintal

Estudiante de periodismo, aficionada al arte, la fotografía y los viajes.

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